Poemas enumerativos

Eduardo Moga

Poemas enumerativos

FRAGMENTO DEL PRÓLOGO

La enumeración me ha servido —y me sirve todavía— para concretar el mundo, para suscitar el trance y para alterar el ritmo. Lo que veo —lo que siento—, como lo que ven o sienten la mayoría de los hombres, suele ser una masa inarticulada de fenómenos o un flujo informe de palabras: una burbuja abstracta y cenagosa en lo que nada está delimitado. La enumeración penetra en esa cápsula turbulenta como un cuchillo de muchos filos y separa lo que hasta ese momento estaba unido: desune para significar. El mundo ya no es una pasta, sino un mosaico: la realidad innominada recibe un nombre, o muchos nombres: tantos como elementos la componen. […] Por inabarcable o inconcreto que sea lo que queramos decir, la enumeración lo vuelve decible: disgregándolo, lo reconstruye; parcelándolo, lo totaliza. La enumeración es otro instrumento alumbrado por la inteligencia que nos permite llegar a donde nuestra sola naturaleza no nos permite hacerlo, como el microscopio, el telescopio o el periscopio.


Eduardo Moga 

Sant Cugat del Vallès, 30 de octubre de 2023

POEMA

Viernes, 6 de mayo de 2022 

COSAS TRISTES 

Perchas vacías en un armario. Llegar a un aeropuerto y que no haya nadie esperándote. Un guante solo. Un pájaro con un ala rota. Un perro mojado por la lluvia. Mandar un mensaje de amor y que no te contesten. «Lacrimosa», del Requiem de Mozart. Dormir solo. Una ciudad bombardeada. Un libro mordido y desencuadernado. Una carta en la que alguien, a quien ya no recuerdas, te dice que te quiere. La carretera, de Cormac McCarthy. Una patera llena de gente. Una patera volcada en la playa. Alguien que llora en silencio. Una anciana que apenas puede moverse y, con esfuerzo, te sonríe. Un cajón con cosas de alguien que ya no está. Una pluma estilográfica sin tinta. La escena de La lista de Schindler en la que los judíos le regalan a Oskar un anillo de oro, hecho con el metal de los dientes que algunos de ellos se han arrancado. Que alguien te pida algo con la mirada turbia, extraviada, y siga mirándote mientras tú te alejas. Una planta mustia. Una pelota deshinchada. El cadáver de alguien a quien has querido. Un paisaje quemado. Una agenda antigua, llena de números de teléfono. Pensar en quien no piensa en ti. Una amistad rota. Un helado que se deshace. 

Una familia que huye por una carretera con unos pocos enseres a cuestas. Un niño calvo. Un pájaro caído del nido. Un velatorio sin nadie. Una llave que ya no sabes qué puerta abre. Los puentes de Madison. Que la persona de la que podrías enamorarte te diga que quiere una relación abierta. La sirena de una ambulancia. Que nadie se levante para cederle el asiento a un anciano. Reír a destiempo. Un tren que pasa y no para. Una lámpara de mucho brazos en la que solo funciona una bombilla. 

Que tu madre no recuerde tu nombre. Que no asista nadie a la presentación de un libro. Las campanadas a muerto. Una cola en un banco de alimentos. No poder honrar un cuerpo hermoso. 

Que alguien te diga adiós desde una estación de tren. Que Vox crezca en España. Que el neofascismo crezca en el mundo. No poder acabar una frase. Una mancha de sangre en el suelo. Que no te acepten un regalo, o que te lo devuelvan. Un imán que predica el horror. Una tarde de domingo en casa sin nada que hacer. The Boxer, de Simon & Garfunkel. La imagen de miles de hectáreas devastadas en la Amazonia. Morir de hambre o de ébola o de tifus en África. Un atardecer lluvioso en un pueblo olvidado. Que nadie se acuerde de tu cumpleaños. Enfermar. 

El olor a cárcel y orfanato. El gemido de alguien que sufre. Las fotos de los lugares que han desaparecido en las ciudades. Un lápiz sin punta. Una ofensa gratuita. 

[Corónicas de España


NOTA BIOBIBLIOGRÁFICA

Foto: Blanca Ruiz Narváez

Eduardo Moga (Barcelona, 1962) es poeta y escritor, licenciado en Derecho y doctor en Filología Hispánica por la Universidad de Barcelona. 

Ha publicado diversos poemarios, como La luz oída (premio Adonáis, 1996), Las horas y los labios (2003), Cuerpo sin mí (2007), Bajo la piel, los días (2010), Insumisión (Latino Book Award,  EE. UU., 2013), El corazón, la nada (Antología poética 1994-2014) (2014), Muerte y amapolas en Alexandra Avenue (2017), Mi padre (2019; Translation Choice de la Poetry Book Society [Gran Bretaña], por My father [2021]), Tú no morirás (2021) y Hombre solo (2022).

Ha traducido a numerosos autores, como Frank O’Hara, Yoel Hoffmann, Évariste Parny, Carl Sandburg, Charles Bukowski, Richard Aldington, Billy Collins, Tess Gallagher, Ramon Llull, Jaume Roig, Arthur Rimbaud, William Faulkner, Walt Whitman, Penelope Fitzgerald, Diane Wakowski, Evan S. Connell o Harold Norse.

También ha publicado diarios (Expón, que algo queda, 2021), libros de viajes (Americaneando. Un viaje por los Estados Unidos después de Trump, 2023) y ensayos (Lector que rumia, 2023). 

Practica la crítica literaria en revistas como Letras Libres, Cuadernos Hispanoamericanos, Quimera y Turia, entre otros medios.

Su obra poética ha sido traducida al inglés, francés, italiano, portugués, polaco, checo, eslovaco, albanés, ruso y ucraniano. 

Codirigió la colección de poesía de DVD ediciones desde 2003 hasta 2012.

En febrero de 2016 fue nombrado director de la Editora Regional de Extremadura y coordinador del Plan de Fomento de la Lectura en Extremadura. En abril de 2018 dimitió de su puesto.

Mantiene el blog Corónicas de Españia (eduardomoga1.blogspot.com.es).