El jardín de la alegría
Carmen Bandrés
El jardín de la alegría
El Jardín perpetuo del amor
Se pregunta Carmen Bandrés en los primeros versos de su recorrido emocionado por El jardín de la alegría si el amor es solo pasión y frenesí. Y nos va respondiendo en esos veinte poemas clasificados en cuatro estancias, como cuadros de una exposición o, también, paradas de su camino por el jardín donde se remansan los recuerdos de mares, niños, cipreses, casas y nostalgia de un tiempo que se fue, dejando las semillas con las que la poeta quiere granear de nuevo el amor que invariablemente ha de fructificar.
El deseo sobre la llegada de un nuevo tiempo de esperanza, serenidad y contemplación, de retorno al origen y a la alegría se hará realidad porque la poeta es sabedora, lo desea y así lo concluye, tras las vacilaciones y las preguntas, de que nunca más el duelo y la amargura morarán en mi jardín.
La poeta sabe que El amor es un faro / guía a puerto seguro y que su jardín Florece / manantial de vida, pero también duda y se pregunta ¿Nadie teme un mañana / aún por devenir? Es tan celosa de la belleza de su recóndito tesoro, que recela por ella en un futuro que ya ha llamado a la puerta.
Pero el camino continúa y recuerda los momentos de plenitud, los pasos infantiles, la vida creciendo a su alrededor... hasta que llega el punto clave del poemario, la pregunta: «Ayer fue ayer, /hoy es hoy, /mañana, ¿quién sabe?» y con ella, sobre la vacilación, el deseo y la fe intensos en la resurrección, el propósito firme de transmitir sus vivencias, conservar vástagos y tallos y, al final del viaje, sembrar amor en su jardín.
Que algún día manos venideras
tomarán consigo unos y otros
con inmensa alegría para honrar de nuevo
al Amor.
Los versos limpios, emocionados y musicales de Carmen Bandrés nos conducen con suavidad, acompañados de la belleza, por ese camino que, como todos los del amor, no es siempre fácil, pero que con el equipaje de la entrega y la constancia se supera. Y ese equipaje lo guarda celosa en su jardín para que manos venideras lo sigan cultivando.
Abran pues, queridos lectores, la puerta de este hermoso jardín y déjense llevar de la mano de la poeta por sus senderos. Perciban a través de sus poemas el aroma del amor, las dudas, los recuerdos y la esperanza de la pervivencia disfrutando también de sus momentos de pausa y silencio.
Miguel Ángel Yusta
NOTA BIOBIBLIOGRÁFICA
Foto: José A. Sierra
Carmen Bandrés Sánchez-Cruzat. Jaquesa de nacimiento y zaragozana de adopción; técnico de empresas y actividades turísticas por la Escuela Oficial de Turismo de Madrid, titulada superior en inglés por la Escuela Oficial de Idiomas y en francés por el Instituto Francés de Zaragoza, los artículos de Carmen Bandrés han visto la luz en una extensa gama de publicaciones, con particular mención de las revistas literarias de mayor prestigio, como República de las Letras, Barataria e Imán. Desde 1991 mantiene una colaboración semanal de «Opinión» en El Periódico de Aragón, prolongada trayectoria como columnista en la que se ha distinguido por poner en evidencia las contradicciones de nuestra época, donde los avances tecnológicos no tienen parangón con los humanos. Desde la narrativa a la biografía, Carmen Bandrés ha cultivado diversos géneros literarios en los que siempre hace gala de una delicada sensibilidad para revelar los rincones más escondidos e íntimos del alma humana. Toda su obra, y en especial su esmerada poesía, radica en un vergel donde la palabra se labra y mima con exquisito celo.
POEMA
EL RÍO DE LA VIDA
Se baña el chopo ribereño
en las aguas cantarinas,
fresnos vecinos las cubren
con su sombra generosa
mientras las hojas del sauce
anegadas en dócil lluvia
lloran lágrimas premonitorias.
¿Acaso las benditas arboledas
ignoran que del agua,
de su esencia bienhechora,
depende toda existencia?
¿Quién puede detener la vida?
Quién, el brío del amante novel
aprendiz de todo por aprender,
quién, el pulso efervescente
del adolescente inflamado,
quién, el pálpito singular
de los recién desposados…?
Quién, el de todos aquellos
que toman idéntico camino
para escribir su destino…
Todos ellos se fusionan
en abrazo emocionado;
todos ellos se alimentan
amparados por la alameda
merced a un delgado hilo
de mágica y endeble fortuna,
que cual cordón umbilical
abastece las aspiraciones
de su animoso espejismo.
Todos ellos titubean
se hacen preguntas vitales
que solo el viento responde
antes de arrastrar dispersas
sus desahuciadas vivencias
muy pronto transmutadas
en lábil y errante ceniza.