El encantamiento

Alberto de Lacerda

El encantamiento

La poesía sin patria de Alberto de Lacerda

Alberto de Lacerda, que fue amigo fraternal de Sophia de Mello Breyner Andresen y Mário Cesariny,entendía la poesía “como punto de encuentro o casa común y nunca como trinchera”.

Poeta del exilio

Según Marina, sin embargo, la poesía de Alberto de Lacerda “habita en un territorio circular delimitado por tres estaciones: el exilio, la divinidad y la luz“. Sobre todo el exilio constituye uno de los asuntos centrales de su reflexión poética. En ello ahonda Marina: “Exiliado, sí, pero ¿de dónde?”. No sólo de la Isla de Mozambique, donde nació, ni del paraíso que será ya para siempre el palacio abandonado de la infancia. Exiliado de Lisboa, exiliado de Londres, exiliado del espacio y del tiempo, exiliado de los hombres y de sí mismo. Exiliado de todo, salvo de la lengua que es la única patria del poeta… “Lacerda es, ciertamente, un poeta del exilio. En el abandono del exilio, liberado de otras cargas, el poeta se descubre a solas, en la intimidad de la palabra, su palabra. No halla asidero más firme que el lenguaje, clave de bóveda que completa y sostiene el encantamiento del mundo; tierra fértil y dispuesta para que la imaginación siembre el germen del poema”.

“Su lengua portuguesa —a la que Alberto de Lacerda dedica uno de los más emocionantes poemas de Exilio— es ante todo una voz, la que fluye por debajo de las palabras conformando una arquitectura de líneas uniformes y reducida a lo esencial, sinestésicamente blanca”.

Biografía

Alberto de Lacerda (1928-2007) Por Luis María Marina

Alberto de Lacerda nació en Ilha-de-Moçambique (Mozambique) en 1928, hijo de un alto funcionario de la administración colonial portuguesa. Tras un breve paso por Lisboa (y por las cárceles salazaristas), Lacerda inicia un exilio que pronto se convertirá en vocación y no sólo obligación. En Londres, entre visitas a museos y cafés (sus verdaderas pasiones), colabora durante varias décadas para la Sección en portugués de la BBC y pronto entra en el círculo de la aristócrata y poeta Edith Sitwell, animadora de reuniones en las que Lacerda conocerá, entre otros, a W.H. Auden, Dylan Thomas o T.S. Eliot. A partir de los años sesenta, acabada su colaboración con la BBC, comienza una nueva etapa en Estados Unidos: enseña en Austin (donde conocerá a Octavio Paz) y más tarde en Boston (donde volverá a coincidir con Paz, estableciéndose entre ambos una duradera amistad). A pesar de sus viajes a Portugal, cada vez más frecuentes tras el 25 de abril de 1974, Lacerda nunca regresa definitivamente a su país y muere, en 2007, en Londres.

Entre otros libros, ha publicado: Ponte suspensa, Palácio, Exílio,

Tauromagia, Oferenda I, Elegias de Londres, Lisboa, Meio Dia, Sonetos, Oferenda II, Atrio y Horizonte.

Tras ser encontrado en coma en su apartamento es llevado al Chelsea and Westminster Hospital, donde muere por una insuficiencia cardíaca el 27 de agosto de 2007. Es enterrrado en

el Brompton Cemetery, en Chelsea.