Son en la noche
Cae la tarde.
El orfebre alza sus manos;
tenía voz y tenía rostro
aunque ahora cruza bajo la noche
y resulta irreconocible.
Ha caído en procesión,
piensa el muerto sin poder
oír ni la sed ni el hambre;
entre sus manos ve deshacerse
lo tangible
de la vida que aprisiona.
Cae la tarde
tras el sol.
Pía un gorrión sostenido
en el almendro
y espera paciente las vísceras
que servirán de alimento a sus crías.
Ha caído la luz
y en la calle cruza un cuerpo,
se arrastra entre los restos y miradas
de lo que un día llamó
sus amantes. Cae el sol
y en vísperas de silencio
la voz solo es un eco.
Sombras sobre la hierba oscura. El viento
de pronto en calma. Y el tiempo, que es impaciente,
que siempre quiere avanzar, tendido tranquilamente,
como un animal.
Louise Glück
Una lágrima
ahuyenta
aromas de petricor.
Vieron una estrella arder
y así
atesoraron los restos.
Regresan del lugar.
No hay nombres,
de nada sirven.
Depositarán su cuerpo
en un lecho verde
y esperarán.
Ante la
tierra fresca
transitan
inequívocos;
retuercen el rocío,
la tez es clara.
No hay fin
o diversión alguna.
Conocen la senda
ofrecida
de sangre y de polvo.
Oyen el canto,
firme,
que emerge alrededor.
Detienen su paso
y enfrentan,
sabedores,
el porvenir.
Foto: Óscar Clemente Merino
Rodrigo Buenaventura (1996) es graduado en Filología Hispánica. Ha participado en diferentes lecturas poéticas y antologías, como Cinco segundos, publicada en 2017 por la Universidad de Alcalá y presentada por Elena Medel. Mantiene el blog «Anvrso» desde hace más de catorce años, en el que ha ido publicando algunos de sus poemas así como comentarios de sus lecturas. Actualmente es profesor de Lengua castellana y Literatura en el IES Atenea, de Alcalá de Henares.