Estar viva
PILAR CLAU
Estar viva
La sencillez de ser
(Sobre “Estar viva”)
Sólo en el interior de un ser humano puede producirse una reacción nuclear más energética que las que se originan en las estrellas. Sólo un ser humano tiene la facultad de convertir su peor experiencia en la mayor bendición para su vida. En nuestro interior se encuentra la piedra filosofal capaz de convertir cualquier metal en oro. Sólo tenemos que encontrarla y permanecer en contacto con ella: eso es estar vivos.
He vivido, al menos, dos experiencias terribles, y he sobrevivido a ambas gracias a esa energía, a esa fortaleza imponente que está dentro de mí. Por eso he tomado la decisión de vivir desde el fondo de mí misma. He tomado la decisión de orquestar y construir la vida que quiero vivir y no la que supongo que he de vivir. Y he tomado la decisión de vibrar todo lo alto que pueda para contagiar mi energía a los demás.
Estar vivos no es existir, es vivir en todo el sentido de la palabra. Vivir en abundancia, con frescura y, sobre todo, con verdad. Seguir nuestro propio camino sin cortarnos las alas. No estamos desamparados ante los desafíos constantes de la vida, tenemos una luz interna y un impulso que nos guía a nuestra propia felicidad y a propiciar la felicidad de los demás, porque nuestra felicidad es el fruto de hacer felices a los demás. La felicidad no son momentos y tampoco es un sentimiento, es un estado constante y permanente, es el sentido mismo de la vida cuando estamos en conexión íntima con los demás.
“Estar viva” es una búsqueda constante de mi ser real desde la soledad existencial y desde el comienzo mismo de mi existencia (mis padres) para cimentar sobre ese ser una vida plena. La vida auténtica es la vida más sencilla. Es sólo ser. Es fácil ser: lo que somos lo somos ya, no hace falta esforzarse; pero, ¿hasta dónde podemos llegar?
Pilar Clau
NOTA BIOBIBLIOGRÁFICA
Foto: Juan Moro
Pilar Clau estudió Filología Hispánica en la Universidad de Zaragoza. Ha desarrollado toda su trayectoria profesional como periodista. Es columnista en Heraldo de Aragón.
Ha publicado dos novelas: Pétalos de luna (Planeta, 2013) y La sobrina (Planeta, 2018), un libro de poesía: Mujer de otoño (Olifante, 2023) y el ensayo Y decidí amarme, con estrategias prácticas de la psicóloga Gabriela Lardiés (Huerga y Fierro, 2024).
Escribió con Mariano Gistaín Lo mejor de Zaragoza (2009), Agua y cielo (2010), Zaragoza, tú y yo (2011), Dulces piedras escondidas (2011) y Generación Row (2012)
POEMAS
SOBREVIVIR
El fuego de mis heridas me libera,
el agua que ayer me ahogaba hoy me sostiene.
Lo que me hace sufrir me hace estar viva;
me provoca, me reta, me recrece.
He sobrevivido a dos naufragios.
¿A dos? A tres, a cuatro, a cinco, a más.
He vivido muchas vidas, muchos tiempos.
He mudado de piel, de condiciones y de metas.
Soy un ser viviente porque soy un ser superviviente.
Hoy no soy la que fui, la que olvidaba que vivía;
hoy soy la que quiero ser: la que escribe este verso
porque vive.
En la tierra que me cubría fui semilla,
en el abismo hallé mi libertad
y en mi capacidad de resurgir, la vida.
ELLOS
Ellos que renunciaron a ser ellos
y que aceptaron ser quienes debían,
ellos me han enseñado a mí a ser libre.
Ellos que abandonaron sus deseos
para cumplir con sus obligaciones,
ellos me enseñaron a componer
armonías de quereres y deberes,
contrapuntos que enriquecen
la melodía de mi vida.
MADRE
No es lo que valían los hilos,
es lo que valía tu tiempo:
horas de días y noches
mangas y sisas cosiendo.
No es lo que valía la tela,
es lo que valían tus ojos:
horas de días y noches
fijos en puntos y en lienzos.
Cremalleras y botones,
dedales, tijeras, lápices,
alfileres, cintas, metros…
Tus instrumentos, mi juego.
Tú cosías, yo jugaba
y, entre cuellos y solapas,
tú hilvanabas sentimientos.
Después, yo resplandecía
con el traje de tu aliento
y tú, gozosa, mirabas
y buscabas otras telas
para continuar cosiendo.
¿DÓNDE ESTÁS?
Me siento al caer la tarde
a acompañar el paisaje,
nuestro paisaje, porque es nuestro.
¿Y tú? ¿Dónde estás?
Empiezan a llegar las golondrinas
y oigo tu voz:
«Ahora se posarán en ese alambre
y un poco más tarde
volarán detrás de los mosquitos».
«Mira aquel tractor.
Trae los prismáticos».
¿Dónde estás?
Te oigo, te sigo oyendo.
Aquí, todas las tardes,
y a cualquier hora
en todas partes
oigo tu voz y tus palabras.
Tu voz clara y rotunda.
Voz de padre.
¿Dónde estás?
Oigo tu voz y no te veo.
Estamos todos acompañando al paisaje,
nuestro paisaje, porque es nuestro.
¿Y tú? ¿Dónde estás?
Conmigo, en todas partes.