Inventario doméstico
Juan Luis Saldaña nos ofrece un catálogo de ámbitos y capturas, una amalgama emocional donde se suceden los usos y las costumbres, las dimensiones euclídeas del cariño y la belleza: tiempo y distancia. Entre los cachivaches del pasado y la quincalla moderna, la memoria es un trasunto de decisiones que se niega a desaparecer. Las elecciones, como en una existencia llena de bifurcaciones y senderos, acaban encumbrando las palabras hacia su territorio natural, la apropiación del ámbar como conservación de la herencia, la conexión familiar. Por eso este libro refleja los paisajes comunes de una generación que ha sido el demiurgo entre la añoranza digital y el tótem tecnológico. Juan Luis Saldaña, apolíneo constructor, amanuense de lo cotidiano, cataloga las grandes cuestiones a través de metáforas demoledoras, de juegos de espejos, de la contemplación sensible de un mundo que se conserva en el museo de la semántica y el recuerdo. Pasión y existencia, la genealogía del poeta cauteriza el olvido de los objetos, los enfría en el vidrio del instante. Es un dispensario de versos, encajados en prosas nutricias, que harán que el lector disfrute de la sucesión de pasajes que conforman Inventario doméstico: una experiencia de regresión, aderezada con un pasado cálido y reconocible.
Octavio Gómez Milián
La ropa tendida es un fusilamiento de almas. La ropa tendida es el suicidio de un espantapájaros, la bandera de los barrios, es casi tirar la casa por la ventana. La ropa tendida es un enorme títere que descansa, un trueque de color por humedad y una muestra de los restos de pudor al sol. Tender la ropa es manejar la marioneta de uno mismo ante un vacío que te interroga.
Por eso compré una secadora.
El estucado es la epidermis de los tabiques, un lisérgico sobrio y sugerente que siempre te ofrece compañía. El gotelé es un relieve imperfecto y un plano imposible, una guerra de pintura congelada en el tiempo y el acné perenne de los hogares.
Por eso alisé mis paredes.
El pan duro es la nostalgia de un abuelo, un oso, la belleza de un padre, el alimento prohibido de los patos, el recuerdo húmedo del hambre y un futuro imposible. El pan duro es una bolsa de tela que cuelga del tirador de la puerta, una panera que se abría como un garaje y la prisa untada en mantequilla y azúcar.
Por eso compro pan de molde.
Fregar es un barreño de plástico en un camping, una cadena de montaje en familia, una taza desconchada, un coro de italianas y Nosferatu. Fregar es asumir lo imposible, un Poncio Pilato del frío y la decepción inevitable del genio. Fregar es empezar a ensuciar.
Por eso compré un lavavajillas.
Fotografía: G.M.D.
Juan Luis Saldaña Medina es licenciado en Derecho y máster en Periodismo por la Universidad de Zaragoza, MBA por la Universidad Internacional de La Rioja y doctor en Periodismo y Comunicación por las Universidades de Zaragoza y Barcelona. Trabaja como periodista autónomo en diferentes medios y se ha especializado en opinión y columnismo. Es, además, profesor de marketing digital. Su primera novela fue Hilo musical para una piscifactoría y se llevó al cine con el título de Miau. En 2023 recibió el Premio Internacional de Poesía Garrido Chamorro por este poemario. Su segunda novela, La mala edad, ha ganado el Premio Santa Isabel de Portugal de Narrativa 2025.