El perfume blanco de los días

 Jorge Martínez

 El perfume blanco de los días

Solapa

El perfume es esencia pura, como puro es el blanco, como puro es el poema; la expresión más bella de la literatura. Tal vez por ello, Jorge Martínez ha escrito El perfume blanco de los días un poemario lleno de luz y de madurez, de autenticidad y diálogo, de amor y de reflexión, en el que la vida y la naturaleza se abren paso y reivindican su lugar, como esas carreteras secundarias que se adentran en el rumor de los cuerpos «desde el pecho hasta la espalda». 

Un poemario veraz y sensitivo, con claras luces de aproximación aforística sentenciosas; «Porque se mueve la montaña/existe el eco» o «el otoño es la mejor de las derrotas» y una lírica testimonial y meditativa «Ahora que alguien me diga:/¿qué diablos puedo hacer yo?» con la cual, a lo largo de estos versos, justos y necesarios, con premeditación y alevosía, puntualiza uno a uno nuestros sentidos; la memoria olfativa que despierta la evocación de antiguos amores, el blanquísimo recuerdo de unos ojos que se hicieron hombres, el tacto del Palosanto para las guitarras, el cayado del abuelo haciéndose canción y el gusto de los besos, el musgo seco y el sabor de la gasolina. 

Jorge Martínez, el padre, el hijo, el ser humano, el músico y el poeta que ha nacido a vientre abierto para decirnos: «Hoy no va a morir nadie». 


Jorge Ortiz Robla

Prólogo 

Es Jorge Martínez al otro lado del teléfono. Me explica con una voz casi rota y, sin embargo, encendida que apenas ha dormido esta noche. Acaba de rematar su último poemario: El perfume blanco de los días, que cierra el ciclo de la trilogía anterior, y me propone que escriba el prólogo: «Estoy seguro de que conectarás con los poemas». El nacimiento de un nuevo libro siempre es una gran noticia, más si lo escribe alguien a quien conoces, a quien admiras, por quien sientes un profundo amor. Entonces se convierte en un enorme acontecimiento. Cuando emprendes la lectura escuchas, inconfundiblemente, al poeta amigo. El timbre y tono, la cadencia y volumen de su voz, al unísono, resuenan encarnados en el verso y un imaginado recital se despliega en las páginas volanderas. Es fácil conectar con la estética de Jorge Martínez. Su torrente de vida y pasión contagiosas, su inagotable y lúcida creatividad, su sincera y fiel autenticidad te sujetan al magnetismo que emana de cada una de sus piezas artísticas. 

El libro que el lector tiene el placer de descubrir despierta los sentidos, ya desde el mismo título, con una brillante sinestesia dispuesta a levantarle el telón al rozagante mundo natural oculto en páginas interiores. Salvaje o domesticado, dadivoso o mezquino, ofrece aroma y color a un universo poético donde las flores consiguen destilar agudas notas de su intenso perfume y el hallazgo de la pureza restaura la calma arrebatada en cruenta lid mientras danza la ilusión, aún medrosa, en la médula del verso. 

El poeta, como un alquimista que logra dominar los cuatro elementos, agua-fuego-tierra-aire, echa a andar por veredas antagónicas que convergen en idénticos cruces de caminos para encaramarse sobre dos lugares primigenios. Desde estas dos atalayas privilegiadas, contempla la Naturaleza y consigue fusionarse con ella hasta sentir «el perfume blanco de los días»: el Moncayo-faro, y el Mediterráneo-cima nevada. En feliz intercambio de atributos yace la fusión amorosa de dos paisajes antagónicos, que se ofrecen en cromáticas galerías de hipónimos e hiperónimos: «Bosque», «álamos», «árbol», «raíces», «hojas», «montaña», «nieve», «viento», «niebla»… «Palmera», «agua», «océano», «barco», «barcas», «remos», «pez», «coral», «puerto»… Y, entre medio, la ciudad: «un galgo de carreras». Mientras tanto, el tiempo acecha como un animal hambriento de vida y, sin aflojar un ápice su rigor, cuenta cada estadio del ser hasta crear los días, que dan reposo a la noche, con versos tan sobrecogedores como este del poema inaugural: «He nacido a vientre abierto para decir esto: / hoy no va a morir nadie». Y, aunque la voz poética intenta ignorarlo, «Perder quería el tren expreso de las horas», no tiene más remedio que sucumbir a la dictadura de la espera porque el futuro, como acostumbra, nunca llega «ató sus remos para siempre al mes que viene». O al amarre del recuerdo, del pasado donde «se corta el hilo que cosía la niñez» cobijada en las faldas de la abuela. 

Aparecen, también, en la imaginería del texto, referencias internas a la obra anterior del poeta «No vuelvas jamás hacia el cristal / que abrazaste sin miedo», que el lector atento identificará con satisfacción al comprobar cómo se ensancha la poética de Jorge Martínez: «el otoño es la mejor de las derrotas». Y, por supuesto, iluminan estas páginas los focos multicolores de la música, con sus silencios «escribir el silencio / es no hacerlo». E, incluso, alguno de los poemas desafía de tal manera al canto que, seguramente, el poeta-compositor musical ya le habrá encontrado una melodía al texto, como ocurre con: «hablamos el mismo idioma». En las profundidades de este afilado abismo cristalino: la magia, sorpresa y hallazgo de las metáforas: «Mira el hombre que plantaste», «donde la nada se hace» «quiero ser madera para hacer muñecos» y tantas más que explotan en los ojos y, luego, en la mitad de las sienes como un inesperado golpe de mar o un atronador alud cuando sucede, por ejemplo, que «una carretera secundaria me atraviesa». Entremezclados: el amor, la vejez y la muerte. Y, por encima de todo, el sentido del humor, el único antídoto eficaz para sobrevivir al acero, al invierno y a la destrucción: «con ese noble oficio de poeta / acabaré pidiendo». Puestos a pedir, te pedimos que sigas creando, querido Jorge Martínez, que desparrames el perfume blanco de los días. 

Estela Puyuelo


NOTA BIOBIBLIOGRÁFICA

Foto: Juan Moro

Jorge Martínez (Barcelona, 1979). Licenciado en Derecho y músico Comienza su andadura literaria con «El Acero y el Castigo», que fue publicado en la colección Papeles de Trasmoz de la editorial Olifante en 2018 dentro del libro Dos Poetas en el Moncayo. En el año 2019, se publica General Invierno y en 2021, Tanto por destruir, ambas dentro de la editorial Olifante. En 2022 aparece en la antología Voces del Extremo publicada por la editorial Amargord. Ha publicado Más Birras. Del barrio a la leyenda con la editorial Doce Robles en octubre de 2023. 

Dentro del género canción, ha producido lo largo de su carrera un total de doce trabajos discográficos con diversas formaciones, codirigido y realizado la música del documental etnográfico Abrazando recuerdos y ha sido guionista de la obra de teatro Tierra

En la actualidad es cantante, guitarrista y compositor de los grupos Despierta McFly y Los Guajiro, además de liderar la banda tributo a Más Birras, Otra Ronda.

Poema 

Tengo un corazón de rompeolas a las ocho de la tarde, 

un faro parpadeante como un ojo 

que guiña a los buques, los llama a ser libres 

para jamás tomar puerto. 

Un corazón de confín y horizonte. 

Él mismo lo acerca, él lo alejará. 

Porque ya nadie teme al horizonte 

–en el Mediterráneo 

es el abismo– 

tan sutil como una trampa, 

la más bella: 

si te acercas demasiado caes detrás, 

donde la nada se hace.